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Sólo dos cosas son posibles con la edad, o envejecemos o fallecemos prematuramente. Y en uno u otro caso nos enfrentaremos a la misma cuestión: la disposición de nuestro patrimonio. Veamos por qué.
Al paso del tiempo vamos acumulando de forma paralela, patrimonio y compromisos, y de forma natural surge la necesidad de decidir la disposición de los bienes acumulados.
En algunos casos el patrimonio acumulado no será suficiente para los compromisos (reales o morales) que quedan. Por ejemplo, ¿qué hacer si su único bien a heredar es una casa, y tiene usted dos hijos a los que quiere por igual?
O, un ejemplo más complejo, ¿qué heredar a los hijos que nacieron fuera de su matrimonio? Es muy probable que los hijos de su primera familia no deseen compartir la casa con sus otros descendientes.
La planeación de la disposición del patrimonio no es una tarea agradable, pero tendrá que hacerlo en algún momento, o dejará esa tarea para resolverse en un juicio sucesorio.
Si su panorama patrimonial se ve complicado, considere apoyarse, además del testamento, en el seguro de vida como un instrumento de planeación, flexible y accesible.
El seguro de vida es una herramienta que puede ayudarle a resolver algunos conflictos en la disposición de sus bienes. En el ejemplo de la casa y dos hijos, puede heredar la propiedad a uno de ellos, y al otro, designarlo beneficiario de su seguro de vida.
O en el caso de hijos de familias diferentes, puede proteger a quienes vivan fuera de su casa con un seguro de vida, cuyo beneficio será exclusivamente para ellos, sin entrar en disputa con el resto de su familia.
Continuaremos platicando de esto.