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Cuando nuestro asegurado contrató su seguro de vida no pensaba en fallecer. En realidad, lo hizo porque quería ahorrar para la educación de su hijo, y se decidió por un seguro de educación. Pagó durante varios años siempre enfocado en su meta de ahorro, que cada vez veía más cerca.
Sin embargo, de forma inesperada enfermó de COVID-19 y en pocos días falleció. Súbito, inexplicable, y perturbador para su familia.
Este caso ilustra la función del seguro de vida. Es un instrumento invisible cuando todo está bien, pero relevante cuando fallece el asegurado.
Su esposa cobrará un seguro de vida inmediato, y su hijo recibirá además su ahorro completo cuando el plan llegue a su vencimiento. El deseo de su papá de garantizar dinero para su educación se concretó.
Seguro de vida, antes que el ahorro
Así como nuestro asegurado, la mayoría de las personas contratan seguros de vida pensando en metas como ahorrar o jubilarse. Es natural, los proyectos de vida son para disfrutarse en vida. Sin embargo, antes que el ahorro, la protección que ofrece el seguro de vida es el recurso básico para una familia. No es un accesorio en un plan de ahorro, sino un elemento fundamental.
En estos días de epidemia, el seguro de vida que contrataron nuestros asegurados fallecidos es ahora la esperanza de sus familias para mantenerse a flote en lo que reordenan su vida.
Los fallecimientos inesperados son catastróficos, como los que estamos viendo por COVID-19. Y, entre más prematuro es un fallecimiento más contundente es la afectación económica.
La vida no se detiene
Además del dolor para las familias en esta circunstancia, viene el reto de enfrentarse a una situación económica crítica, y de difícil manejo por ser inesperada. Debemos tener en cuenta que la vida cambia sólo para los afectados, porque el pago de servicios, colegiaturas y alimentación sigue su curso.
Así las cosas, si al leer estas líneas aún no cuentas con un seguro de vida propio, y tienes familia que dependa económicamente de ti, no demores la decisión de contratar.
Al contratar un seguro nadie desea fallecer, pero como vemos, es posible, especialmente en estos días.